miércoles, 19 de septiembre de 2012


Imágenes

         Lunes, cinco treinta A. M, suena el despertador y lo apago con fastidio, porque dormía profundamente y porque no tengo ganas de levantarme, la cama está tan linda, calentita, suave. Encojo las piernas, me aferro a la almohada y meto la cabeza debajo de las sábanas; parezco un ovillo, no quiero salir de la cama, es de noche, hace frío, y es lunes, el peor día de la semana.
Con mucho, con muchísimo más fastidio que lo usual me levanto, tomo el desayuno, me lavo la cara y los dientes y me visto, mientras escucho que en la radio comentan que hace menos tres grados de sensación térmica. Busco otro suéter para ponerme encima del que ya tengo puesto y pienso: ¿Cómo medirán esto de la sensación térmica? ¿Sensación de quién? ¿De un aparato? Porque si me preguntan a mí, desde que empezó el invierno no hago otra cosa que tiritar y arrimarme a cuanta estufa encuentre en mi camino para entrar en calor. Odio el frío y más odio tener que salir a las seis y cuarto de casa con tres grados bajo cero.
“No te queda otra” me digo frente al espejo del palier. Casi no puedo moverme de tanta ropa que tengo puesta, tomo coraje y salgo, el aire es helado y hay una especie de neblina o bruma que hace que todo se vea borroso, triste. Parece Londres, nunca estuve pero dicen que es así: brumosa. No me importa, lo único que quiero es volver a la cama calentita y no puedo.
Resignada, meto las manos en los bolsillos del saco y, como una tortuga, encojo mi cogote hasta que mi nariz queda debajo de la bufanda, y así dejo la menor cantidad posible de mi cuerpo a la intemperie. ¿Tendrán frío las tortugas cuando invernan? ¿Cómo sobreviven dentro de ese caparazón sin estufa?

         Camino ligero hasta la parada de sesenta y tres. Nazca está desierta y borrosa por la niebla. El frío me cala los huesos y siento mis pestañas congeladas a punto de quebrarse como estalactitas. Ya casi estoy llegando, cuando levanto la vista del piso y me doy cuenta de que acabo de perder un colectivo. No puedo contener la rabia que me genera toda esta situación y largo al aire una puteada. Hiervo por dentro de la bronca y, sin embargo, estoy helada.
Me quedo caminando de un lado a otro, como si así pudiera dejar atrás la bronca o, a lo mejor, entrar en calor. Ninguna de las dos.
Sin embargo, en un segundo, de repente, como si fuera un rayo atravesando mis pensamientos o el disparo de un flash cegador, se cruza por mi mente aquella canción de Facundo Cabral que dice “Me gusta la gente simple que se levanta temprano”
¿Será su reciente muerte la que trae al poeta a mi mente? ¿A dónde van a parar nuestras ideas, nuestros sueños, esas cosas que dejamos para después? ¿Y si no hay después? Es tan corta la vida...
Y sin quererlo comienzan a desfilar por mi cabeza imágenes de las cosas que más me gustan; pasan, dan una voltereta y se paran a un costado como modelos por la pasarela: las vacaciones, despertarme a la mañana y desayunar en mi cocina con el sol dándome en la cara, un plato de sopa en invierno, sentir el agua caliente de la ducha cuando tengo frio, hamacarme, el olor de un libro nuevo…
Siento cómo cada musculo de mi cuerpo comienza a relajarse y sin darme cuenta pasaron veinte minutos y viene otro colectivo. Me subo, pido un pasaje de uno veinticinco, pago mi boleto con la tarjeta y esa pequeña rutina casi saca esa pelicula de imágenes de mi cabeza.
¿Dónde estaba? ¿Las cosas que me gustan? Ya sé: la espuma de la leche, la cara de sueño de Franco a la mañana, mi bufanda negra porque me hace cosquillas en la cara, planear un viaje, soñar despierta, un abrazo, los fideos con tuco y muchísimo queso…

         Siete y diez llego al trabajo y la señora de la puerta me sonrie y me dice “que contenta estás hoy”.
Sus palabras logran detenerme, “¿Contenta?” le pregunto y, al girar mi cara, me veo reflejada en el vidrio de su garita, y veo que una sonrisa amplia cuelga de mis orejas.
Es que, a pesar de todo, la vida tiene cosas tan lindas!
Lucila.


1 comentario:

  1. que lindo! y sí, cambiando el chip, podemos dejar de sentir el despertador tan temprano y pensar en las cosas lindas de la vida. Difícil a veces, pero... un beso!

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